El (antiguo) fin del mundo

24-26 diciembre 

El primer día que dedico a explorar El Hierro comienzo por unos cuantos charcos o piscinas naturales junto al mar. Aunque el día no acompaña para bañarse desde luego (sobre todo hace mucho viento), las playas volcánicas y los charcos tienen la belleza de lo agreste. 

Comienzo por el famoso Charco Azul, a escasos minutos de la casa. 







Luego el Charco de los Sargos. 







Y Las Macetas.




Desde allí me acerco caminando por una pequeña ruta de senderismo junto al mar (poco más de dos kilómetros), que llega hasta Las Puntas, donde está situado el que fue durante mucho tiempo el hotel más pequeño del mundo, un antiguo despacho de aduanas. Aunque el viento hace difícil caminar los paisajes son impresionantes, tanto en su vertiente marinera como en la volcánica. 
















Quiero comer en La Restinga, en un restaurante de pescado que me recomendó Alberto. De camino, tras atravesar una zona de pinares en vuelta en la niebla, paro en la Cala de Tacorón. Para llegar allí se atraviesa una carreta con lava volcánica, que me recuerda mucho a Hawai, y que tiene una belleza especial. 










Tras comer en el restaurante (una vieja a la plancha y unos camarones) paseo por la playa local, donde unos chavales con un perro le están echando narices y pegándose un baño.





Mi siguiente destino es el Faro de Orchilla, considerado el fin del mundo conocido al sur hasta el descubrimiento de América. Por aquí pasaba el meridiano cero hasta que lo trasladaron a Greenwich en el siglo XIX. 

De camino paro en el Mirador de Tanajara.





Luego visitó la ermita de Nuestra Señora de los Reyes y la cueva donde guardaron la virgen hasta construir la iglesia primigenia, ya perdida. Esta es la virgen de la célebre bajada cada cuatro años. 







En la zona de Orchilla camino hasta el monumento al meridiano, en una soledad absoluta, acentuada por el paisaje volcánico. Una experiencia casi mística. Tras acercarme con el coche hasta el embarcadero de Orchilla, retrocedo y veo anochecer desde el faro. Está considerado uno de los mejores lugares de España para ver anochecer y aunque el día está nublado y no se ven los “colorines” del sol ocultándose, estar allí, totalmente solo, viendo el mar y los acantilados, merece mucho la pena. 

















Regreso al apartamento por esas carreteras de montaña que, con la oscuridad característica de las islas pequeñas, parecen aún más difíciles: por suerte hago todo el recorrido sin nadie más. 

Al día siguiente salgo un poco más tarde de la casa. 

Comienzo visitando un pueblo casi de postal, Sabinosa, que luce espléndido, con sus casas blancas, el verde de la montaña y el azul Del Mar. 





Luego, Pozo de la Salud, donde hay un famoso balneario. 




Una piscina natural cercana: Las Lajas. 







La única Playa de arena blanca de toda la isla, al parecer porque la arena se mezcla con los restos de los moluscos. 




Y me acerco en coche hasta el Sabinar,  por una carretera que se las trae, pero con unos paisajes que quitan el hipo. 

Aparco el coche en el Mirador de Lomo Negro I y desde allí hago una ruta de senderismo, que marca como camino circular de 4,2 kilómetros. 





Primero se sube al Mirador de Lomo Negro II (a poco más de 200 metros) y luego ya se camina entre las sabinas y el paisaje volcánico. 

Aunque en realidad la ruta no es circular, acabo llegando hasta la célebre Sabina de Del Hierro, una imagen que hasta la Oficina de Turismo usa como emblema de la isla. 






Desde allí camino 1,5 kilómetros más hasta el Mirador de Bascos. Aunque el mirador está cerrado por peligro de desprendimiento se tienen unas buena vistas. 





Un alto en el camino para reponer fuerzas y comer algo y de regreso al coche.





La última parada del día es la los Verodales, una hermosa playa de arena roja, donde me tumbo y veo anochecer. Se respira una gran tranquilidad,  que es algo que me hace mucha falta. 









26 de diciembre 

Hoy dejo el apartamento para cambiarme al Parador, enclavado en una ubicación más aislada. Como estoy al lado y hace mejor tiempo (de momento) regreso al Charco Azul para observar el color turquesa de las aguas. 





Luego paro en Tigaday, otro de esos pueblecitos de casas blancas, rodeado de verde y mar. Subo al campanario De la Iglesia, en lo alto de una colina, desde donde se tienen magníficas vistas. 





Tras dejar el pueblo conduzco por carreteras de montaña hacia el Mirador de Malpaso. El Pico de Malpaso es el punto de mayor altitud de toda la isla. El día está ahora lluvioso y hay bastante niebla, de modo que imagino que las vistas desde los miradores estarán veladas. 

Paro en el aparcamiento de La Llanía y recorro la vertiente larga (7,4 kilómetros) de este sendero de laurisilva, uno de los famosos del Hierro. 







De camino, casi al final, veo el Mirador de Fireba. 





Y el de Llanía, aunque cubierto de niebla. 

Aunque el día no acompaña, me acerco pese a todo con el coche hasta el punto de partida de la ruta del Mirador de Malpaso y subo el kilómetro y medio de fuerte pendiente. Disfruto del paseo, pero no de las vistas claro. 


Decido marchar ya para el Parador, deteniéndome de camino en el Mirador de Jinama, que me pilla casi de paso. 





Para llegar al Parador, desde la zona de San Andrés, desciendo por una carretera con unas vistas alucinantes, pero con una pendiente brutal, estrecha y con curvas y barrancos continuos. Menos mal que casi no me encuentro coches de frente, porque no sé cómo lo habría hecho. 

El Parador está enclavado en la zona de las Playas, al final de la carretera, sobre una playa de arena negra, completamente aislado. No hay ni cobertura de móvil. He reservado un habitación superior, lo que significa que tengo una terraza casi en la playa, con vistas al mar y el sonido continuo de las olas









Antes de bajar a cenar actualizó el diario y decido cambiar las reservas de vuelo y alojamiento para quedarme una noche más en la isla, acortando en un día la estancia en la Gomera. Aún me quedan cosas por ver en El Hierro y quiero disfrutar además un día de la tranquilidad y casi soledad del Parador. 

27 de diciembre

Me despierto con el ruido de las olas y veo amanecer en el mar desde la terraza de la habitación. 






Después de desayunar emprendo la ruta. Mi primera parada es Timirijaque, uno de los pueblos típicos del Hierro, con casitas blancas y atrapado entre el mar y la montaña.




Luego visito el pequeño Puerto de la Estaca. 




Tamaduste, desde donde  sale una ruta de senderismo por la costa que no llego a hacer pero que me apunto para uno de los próximos días. 




Tras acercarme al aeropuerto a a ampliar un día el alquiler del coche voy a la zona de La Caleta. 

Y a Valverde, la capital, que es poco más que un pequeño pueblo. 











Antes de comer veo el Charco Manso, que quizás haga honor a su nombre por el contraste con el rugir de las olas circundantes. La carretera de descenso es espectacular en cuanto a las vistas, pero nuevamente se las trae en cuanto a la conducción. 











Atravieso Echedo y como unas lapas y piña rellena en un restaurante en Guarazoca, junto a la carretera. 

Luego me acerco al Mirador De la Peña, diseñado por César Manrique. Disfruto de las vistas mientras me tomo un chocolate. 











Me acerco después a ver el Roque de Salmor, aunque resulta que es el peñasco que ya vi en Las Puntas. 

Y acabo la tarde en el Pozo de la Calcosa, un conjunto de casas que los pescadores construyeron para veranear, imitando la construcción hiérrela, en piedra y con tejados de paja. En el poblado, al que se accede tras bajar una empinadísima rampa, hay también un charco junto al mar. 














De regreso al Parador cae un buen chaparrón, incluida una de las nieblas más espesas que haya visto yo jamás. Llego al Parador conduciendo junto al mar justo cuando ha anochecido. 


28 de diciembre

Dedicó el día a terminar de ver los hitos turísticos que me faltan de la isla. 

Me detengo primero muy cerca del parador para ver el Roque de la Bonanza, otro de los símbolos de la isla, una especie de arco de piedra en el mar. 







La Cueva de la Pólvora, a la que llegó caminando tras aparcar el coche en el pueblo más cercano, donde se supone que estuvo ubicada la primera iglesia católica de la isla. 




Cerca está el Parque eólico, desde donde hay muy buenas vistas. 







Por la carretera paro en un par de miradores donde se ven los depósitos de agua que genera la central hidroeólica como reserva. 




Atravieso un par de pueblecitos y llego hasta San Andrés. De ahí me acerco a conocer el árbol Garoe, o árbol sagrado, que durante mucho tiempo fue la única fuente de agua dulce de la isla: el árbol recoge la humedad que generan los vientos alisios y el agua resultante que destila el árbol puede recogerse en albercas.









Para llegar al árbol hay que conducir por una pista forestal casi tres kilometros. Optó por caminar, aunque a la vuelta me despisto y acabó dando un paseo mucho más largo de lo previsto :) En todo caso, el paisaje compensa. 

Antes de comer visito los miradores de Isora (que resulta estar cerrado) y Las Playas (lo mismo, aunque como la verja está abierta paso a verlo caminando).

Tras comer un par de sándwiches en un area de camping me acerco de nuevo al Mirador de la Llanía para ver si esta vez no hay nieblas. 

No hay suerte. Opto en cambio por hacer el camino de la Llanía de nuevo, aunque elijo la ruta corta (4,3 kilómetros en lugar de 7,8). Al final del camino, por eso de que a la tercera va la vencida, puedo disfrutar de las vistas desde el mirador.





Pienso en acercarme al Pico de Malpaso, aunque sea conduciendo por la pista forestal, pero queda solo una hora para anochecer y tampoco estoy seguro de si el tiempo estará despejado, así que lo dejo estar. Llego hasta el Mirador de Jinama, que estaba parcialmente cubierto la primera vez que lo vi, pero ahora es peor, todo está cubierto de niebla. 

Llego al parador justo a tiempo de ver anochecer desde la terraza de la habitación. Luego bajo a tomar un vino blanco afrutado mientras actualizo el blog en la terraza de la cafetería, enfrente Del Mar. 

29 de diciembre

El día de hoy me lo tomo con calma. Me acerco hasta Tamaduste para hacer la pequeña ruta de senderismo que no pude recorrer have un par de días. Discurre por un sendero volcánico junto al mar, con vistas a los acantilados y algunos roques. Recuerda mucho a la ruta que hice en Las Puntas pero con mucho mejor tiempo. 













Después me acerco a Valverde a comprar un par de cosas en el supermercado. Al volver al Parador me doy cuenta de que me he dejado la mochila en el supermercado, de modo que me toca regresar a Valverde. Ya aprovecho y paro en Las Caletas, a comer unos sándwiches, pasear y hacer un par de llamadas. 





Regreso al parador, a ver a  anochecer, tomar un vino blanco en la terraza de la cafetería y cenar. 






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